miércoles, 12 de mayo de 2010

La ofrenda de la viuda


Léase Marcos 12.41-44
Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece.
Mateo 5.3 (NVI)


El recordatorio de la iglesia sobre mis promesas de ofrenda estaba entre la correspondencia sobre la mesa hacía una semana. Cada vez que salía y regresaba del trabajo, veía el sobre y pensaba en las facturas que tenía que pagar, y en el conflicto que sentía en torno a ofrendar a los ministerios de la iglesia.
Una mañana leí el relato bíblico de la viuda pobre que ofrendó generosamente a pesar de su pobreza, contribuyendo con todo lo que tenía para su sustento, con la fe de que Dios la sostendría. Jesús reconoció este obsequio como uno más valioso que las ofrendas del rico que dio de su abundancia.
Comprendí que todos/as venimos a Cristo en pobreza espiritual. No tenemos nada que ofrecer a cambio de los dones que Dios nos da; sólo podemos ofrecernos a nosotros mismos como siervos bajo su voluntad. Dios nos recibe y nos da la bienvenida a una vida plena. Dios no desea ofrendas dadas por obligación, sino por el amor que sale del corazón. El reconocer mi pobreza espiritual me ha hecho profundamente agradecido por todo lo que tengo, y ha abierto mi corazón para apoyar el trabajo de mi iglesia y a otras personas en necesidad.

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